Blood stain
Comencé un viaje sin ti, por primera vez me atreví a dejarte ir…
(quizás) o tal vez tú me soltaste las cadenas, porque entendiste que este romance clandestino solo traería tormentas a nuestras vidas.
Mientras
voy en este autobús, sigo dejando los recuerdos regados por todos aquellos
lugares a donde fuimos, las veces que pescamos en el rió, aquellas tardes
corriendo por los campos verdes, y tu sonrisa a media tarde es lo que más
recuerdo, sin embargo, es lo primero que quisiera dejar ir.
Sé
que ya nada será igual, que a veces las cosas terminan sin darnos cuenta, y lo nuestro
se desgasto, y aunque jure no decir un te amo descubierto, te falle y mis ganas
de que fueras solo mía, me terminaron haciendo caminar por un delgado hilo del
destino, que al final termino rompiéndose.
Todas
las fotos que nos tomamos junto al lago en cada atardecer, las borre, pero estoy
seguro que las cenizas que se lleve el viento, no podrá extinguirán el fuego
que me quema aquí por dentro.
Y
si, las borro, una a una, y de poco en poco, pero, aun así, siento que no puedo
dejarte ir, y aun así, aun así, creo que no te puedo dejar ir, tus recuerdos
siempre irán conmigo…
Y
tú, estas atada a otra piel, pero yo hoy quedo vacío. Sin esperanza, con miedos
tocando a la puerta.
El
viaje consume millas y millas, hoteles, pasos, sentimientos, historias,
serpientes de alquitrán que nos llevan de un lugar a otro, de un estado a
otro. Por todos lados, y sin embargo yo aún
no puedo olvidarte, pasan días, horas, meses y en este quinto piso, parece que
fue ayer cuando tus pies lo pisaron por primera vez.
Tengo
una tanga tuya colgada en la ventana, porque no puedo dejarte ir, las lágrimas
se han secado pero tus recuerdos siguen impregnados en cada vaso de agua con
hielo a las doce de la noche, en cada té verde de mañana, en el gimnasio donde
compartimos retos y perezas.
En
todos los lugares donde fuimos inoportunos e indiscretos, sigues latente, punzante,
tajante y no das tregua a mi cerebro exhausto de rutinas, que tratan de
reemplazarte, sigo buscándote, sin querer encontrarte.
Y
aunque ayer salí por primera vez con otra persona, no pude olvidarte, no pude
dejarte ir y te busque en ella y me busque en ella y al final me encontré en
una faena nocturna que duró dos horas de incansable pasión, que al final se convirtieron
en lágrimas a las doce del mediodía, en un vacío en el pecho que aún no puedo
saber cómo llenar.
Sigo
buscando a la persona ideal que comparta mis ideas, mi música, mi filosofía de
vida y, aun así, creo que mi alma sigue apagada, ausente, carente de vida, sigo
aquí en esta barra esperando que el café me llegue, sigo aquí, esperando con
una marca de sangre en el pecho y heridas en el sistema límbico.
Y
hoy por fin te encuentro…
Estas
allí, casada, con un niño en brazos, y yo sigo buscándote, aunque sepa que jamás
te encontrare de nuevo.
Comentarios
Publicar un comentario